Epopeya.

Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual.

Eso te dije, eso pensaba mientras existías.
Los sutiles surcos de tus labios rojos me invitaban y tus boca se entreabria para dejar salir tu onírica respiración, te miraba, tan cerca que te sentía mia, tan cerca que me sentía tuyo.

Recordaba la última vez que te había visto, ¿5?, ¿7 años?, ¿porqué apareces de repente y me atormentas con tus dos preciosos lunares en la boca? ¿con esos dientes que emanan una sonrisa grande y contagiosa?

Alrededor todo continuaba igual, la oficina, el trabajo, solo tu y yo habíamos congelado ese momento.

Te sentí tan cerca que mis manos se perdían en tu cintura, tan cerca que sentía el vapor de tus labios acariciarme la mejilla, te sentí tan mía que cuando desperté aún me preguntaba si te vería al doblar la puerta.

Y las batallas en el desierto continuaron en mi memoria hasta ésta hora, como esa gran obsesión que mencionaban.

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